Para una versión en inglés de este artículo, lea "A Recurring Nightmare."
Llevo una semana sin dormir, haciendo algo que se ha convertido en una pesadilla repetitiva, pero imprescindible–ayudar a amigos y familiares desesperados a escapar de zonas de guerra o desastres. “No más inmigrantes,” gritan voces llenas de odio en los medios, mientras nosotros suplicamos por seres queridos. El partido Republicano, específicamente critica el retiro de las tropas, que se hizo inevitable cuando Trump lo negocio con el Talibán y simultáneamente destrozó la capacidad del departamento de Estado, privandolo de fondos y diccionarios con experiencia, si no estaban de acuerdo con sus políticas derechistas y sus maniobras ilegales a nivel internacional. Ya la prensa y el Congreso documentarán todo eso.
Pero en el momento actual, con la situación en Afganistán, nada tiene remedio inmediato. En este mes que celebra Nuestra Herencia Hispana (Hispanic Heritage Month) cuando reflexiono sobre la Hispanidad, no logro separar la realidad de los muchos abandonados en ese país que ocupamos militarmente por 20 años, de la idea de que soy hija y esposa de inmigrantes Cubanos con nuestras propias historias de escapar semejante situaciones y la de muchos otros Latinos y Haitianos actualmente en nuestro país o siendo cruelmente deportados.
Sin embargo, en estos momentos insoportables, no estoy sola, porque también con mi identidad y mi cultura vienen las mujeres ya difuntas que despiertan, se sientan a mi lado, y me acompañan. Mientras mis manos vuelan sobre las teclas escribiendo mensaje tras mensaje, veo en mi dedo el anillo de mi abuelita Esperanza, quien envió a su única hija en un avión hacia destino incierto en 1959 con todos sus primos grandes y chicos solitos. Junto a mi también está sentada mi suegra Carmen, quien escapó con sus niñitos en pijama. Lápiz y papel en mano, hace listas y listas, de las próximas llamadas y de artículos de necesidad urgente en lo cual es experta, pues por tres décadas empacamos juntas “las libras” permitidas de ayuda para los que jamás lograron escapar de Cuba.
Ya sea huir de Cuba, escapar la catástrofe humana después del huracán Maria, presentar casos de asilo en la frontera, o ser evacuados de Afganistán, mientras trabajamos, pagamos, llamamos, movemos cielo y tierra tengo aliados que entienden el valor que cada generación de inmigrantes traen al país con nuestro trabajo, talento y amor genuino por la democracia libre y pacífica. Algunos que llevan aquí ya un siglo, lo olvidan.
No se si alguien le dará amparo a mis amigos o si serán ejecutados por el Talibán. Pero nuestra Hispanidad está permanentemente unida a nuestra humanidad. Y de eso si sabemos los hispanos.
No sé si alguien protegerá a mis amigos o si el Taliban los ejecutarán. Pero nuestra Hispanidad está unida permanentemente a nuestra humanidad. Pido a todos que comparta este artículo y se una a quienes, ya sea en pequeñas donaciones o en horas de su tiempo, ayudan a acoger a los refugiados que pronto llegarán a comunidades en todo el país. Por favor, ayude a los esfuerzos de reasentamiento y déles la bienvenida con la dignidad, la compasión y los recursos que hubiera deseado para sus propios familiares cuando viajaron a los Estados Unidos, tanto si recibieron esa asistencia como si no. “Dame tus cansadas, tus pobres, tus masas apiñadas que anhelan respirar libremente, la miserable basura de tu orilla rebosante”, no deberían ser palabras calcificadas en sobre un momento el cual identificamos con nuestro hermoso Experimento Americano. Hazlos realidad. Manos a la obra.
Photo courtesy: EU Civil Protection and Humanitarian Aid on Flickr