Las devastadoras fotos de los niños separados de sus familias en la frontera como parte de la política de “cero tolerancia” de la administración Trump se clavaron en nuestro corazón. Para mi, las imágenes de Carlos Gregorio Hernandez Vasquez, de dieciséis años, muriendo solo, ante el inodoro en una celda, por falta de atención médica, se convirtieron emblemáticas de la intrínseca crueldad de las cuales eran capaz. El terror aumentó cuando nos enteramos que la falta de documentación sobre la localización de esos niños y sus padres resultó en miles de niños y padres “perdidos.” Mientras, los canales oficiales para lograr asilo o inmigrar legalmente fueron sistemáticamente cerrados, sobre todo para los latinos. Las campañas de desinformación enfiladas a nuestra comunidad pregonaban pesadillas de “fronteras abiertas” y calumnias sobre el carácter de los latinos en búsqueda de la libertad, seguridad y democracia que todas nuestras familias anhelan.
¡Al fin, al fin, la nueva administración del Presidente Biden, como había prometido, está laborando para una política inmigratoria, justa, clara y compasiva! La Primera Dama, la Dra. Biden, madre, abuela y maestra, está tomando interés personal sobre los niños desaparecidos. También, ya las órdenes ejecutivas han devuelto la esperanza a millones acogidos al programa DACA y a los que desean conseguir avenidas propias hacia la ciudadanía. Todavía esperamos cambios a las reglas que obligan a los migrantes de Centroamérica a esperar adjudicación de sus casos en Méjico en condiciones deplorables bajo la amenaza de gangas, autoridades corruptas y la miseria física. Es justo discutir el futuro de nuestras leyes, pero no avanzar fantasías como las que vimos esta semana contra la nominación de Alejandro Mayorkas, quien sería el primer Cubano Americano en dirigir el Departamento de Seguridad Nacional y quién viene con años de experiencia.
¡Prepárense! Les anticipo que cada paso en la dirección de justicia migratoria va a ser acompañado por oposición y narrativas tόxicas que apuntan a cualquier conducta criminal or descarada por cualquier hispano, pregonadas por los que disfrazan su racismo detrás de etiquetas como “conservadores” o “personas de fe.” Les pido se unan a mi en rechazar estas historias. NO NOS REPRESENTAN. Por nuestras familias y los que vienen detrás, nos toca recalcar el valor de nuestras contribuciones al país en trabajo, impuestos, cultura, y comunidades generosas. Haga escuchar su voz. Calladitos no somos.