¿En qué año estamos?

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Alto and two-way street

El nuevo año empieza, y como muchos anhelo desesperadamente la calma, el regreso a la “normalidad” que antes disfrutamos sin saberla valorar. Quiero ser positiva, cooperar con los que están sanando, reconstruyendo, y preparándonos para las necesidades que se avecinan — proteger nuestra salud, recuperarnos financieramente, nutrir la esperanza y el ánimo de los jóvenes cabizbajos ante tanto. Pero entonces pienso con la cabeza, no con los deseos de mi corazón y tengo que confesarme fríamente.

Si solo tolera pensamientos alegres, le advierto: PARE aquí, esta no es esa columna.

El 2020 reveló la capacidad destructiva del liderazgo que pregona el patriotero y alimenta resentimientos. Para mí, el peor contagio ha sido que millones de nuestros compatriotas, incluyendo muchos en nuestra comunidad, se volvieron sordos — sordos a los gritos desesperados de familias separadas; sordos a los quejidos de los que sufrían con COVID, mientras hacian trabajos esenciales de los cuales todos dependemos; sordos a la angustia de las madres de hijos negros fichados por un racismo tan virulento que provoca preguntar, “¿En que año estamos?” En vez de unirnos con propósito ante la pandemia, todavía vemos caras desnudas paseándose por nuestras calles, “protegiendo su libertad” de enfermar a otros y repitiendo las venenosas mentiras de un presidente insensible al sufrimiento ajeno, y las realidades básicas de la ciencia y la decencia. 

En el 2020 todos esto se afianzó de aspectos de nuestra cultura que nos hacen vulnerables a la manipulación: conceptos caricaturescos de machismo que resultan más ridículos y trágicos que viriles; el racismo que persiste contra los afrolatinos, como si todavía fuéramos sujetos colonizados y no personas libres en una democracia; como conceptos de conservatismo que distorsionan nuestras tradiciones culturales y religiosas al servicio de la avaricia, sin importar su costo en vidas; como la crueldad que se aprovecha de nuestra herencia traumática huyendo de regímenes déspotas y se esconde con refranes populistas mientras roban todo — solos menciona “socialismo” y miles de hispanos pierden las cabeza, en vez de ver la manipulación y la estafa. 

Mi deseo en 2021 es que enfrentemos esta sordera, pues sin eso no habrá ni calma ni sanación.

Photo by Hayden Dunsel on Unsplash


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Vivian is a writer and activist. The daughter and wife of Cuban immigrants, she grew up in San Juan, Puerto Rico. She lives in the beautiful mountains of Reno, Nevada. Vivian is committed to giving voice to humanitarian principles and working to hear them reflected in law and in the larger state and national dialogue. She has lived with multiple sclerosis for 20 years.

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